3 abr 2014

Ornette Coleman.

Es posible que la mayoría de los aficionados al jazz hayamos sido injustos con el trabajo de Ornette Coleman. Así, cuando se presentó en el festival de jazz de San Sebastián en 1983 con su banda Prime Time en la que aparecía Don Cherry, el hijo de Coleman, Denardo, tocando la batería y un grupo de músicos jóvenes que más parecían delincuentes callejeros que otra cosa, y que contaba con dos bajos, dos baterías y dos guitarras, y al empezar a tocar con un sonido que rompía los tímpanos por el volumen que salía de los altavoces y las estridencias agudas de Coleman en el saxo, al momento, la gran mayoría del público, que había escuchado anteriormente creo que a un Stan Getz terminal en uno de sus últimos conciertos, se levantó y se fue en busca de una cerveza. Fue una huida cobarde, de gente temerosa de perder los tímpanos intentando seguir la música del saxofonista tejano. Después de aquello compré el disco que hizo con Pat Metheny y me pareció que era un buen disco y además mostraba su versatilidad (y de paso la del guitarrista). Ornette Coleman es un músico que trabaja la música desde una perspectiva muy afroamericana. Todas las músicas, y el jazz de manera especial, están influenciadas por otras músicas próximas geográfica o temporalmente. En el caso de nuestro músico, creo que ha habido siempre una intención muy clara de trabajar con conceptos musicales ajenos a la tradición occidental, afirmando el carácter negro de su música, reivindicando sus raíces africanas y con la vista puesta en un público étnicamente afroamericano. Leroy Jones, de quien hablábamos hace poco aquí, tenía a Coleman como uno de sus músicos preferidos. Entendiendo las posturas del escritor de Blues People (Música negra en la américa blanca), creo que se puede entender mejor la música de Ornette Coleman. Una escucha atenta de sus interpretaciones nos puede deparar el descubrimiento de brillantes momentos de improvisación y constatar que, además de la libertad con que se mueve en ese terreno, su sistema musical está más sólidamente construido de lo que pudiera parecer en una primera audición. De hecho, cuanto más se le escucha más se disfruta de una música que tiene un sólido armazón armónico y una original forma de construir las frases melódicas, la de un músico fuertemente amarrado a la tradición pero siempre interesado en la renovación del lenguaje jazzístico. Por ello no es extraño que la nómina de sus colaboradores haya sido tan amplia y eficiente, con bajistas como Charlie Haden, Scott LaFaro o Jimmy Garrison, baterías como Billy Higgins o Ed Blackwell y trompetistas como el propio Don Cherry, además de las múltiples colaboraciones que ha venido realizando siempre con músicos de primera fila. 

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