15 ene 2014

LeRoi Jones (Amiri Baraka)

Leo en las necrológicas de El País sobre la muerte de un escritor negro llamado Amiri Baraka. Pensaba que se trataba de un africano pero no, veo que era un escritor norteamericano. Finalmente me entero de que se refiere a LeRoi Jones, quien se había convertido al islam y había cambiado su nombre de esclavo, como él decía, por ese otro más acorde a su nueva mentalidad.
Conocía a LeRoi Jones por un libro que se publicó aquí en 1986 con el título de Música Negra, traducido al castellano por Jesús Ordovás. Lo recuerdo porque era un libro que me sorprendió mucho. No me esperaba encontrar las críticas tan radicales que el autor dedicaba a los blancos que nos sentíamos atraídos por el jazz y la música negra en general. Para él, la música negra no era sólo música, era también cultura negra. De manera que renegaba de muchas de las formas con las que los blancos, europeos y sobre todo norteamericanos, nos “inmiscuíamos” en su música. En primer lugar porque censuraba que los críticos de jazz fueran normalmente blancos. Los blancos entrábamos en el jazz por curiosidad, como quien abre una puerta y se encuentra con un mundo que le sorprende y que le anima a uno a conocerlo más a fondo. Por el contrario, decía que los negros, en cuanto que alcanzaban un estatus cultural o social determinado, renegaban de sus orígenes y se apuntaban al carro vencedor adoptando los modos de vida triunfantes, es decir: la cultura europea y occidental. Mencionaba los comentarios de algunos de estos afroamericanos que le decían que los blues de su pueblo “estaban llenos de mal gusto”. LeRoi Jones desenmascaraba esta forma equivocada de pensar y proponía la escucha de John Coltrane en detrimento de músicos como Paul Desmond, que con su jazz edulcorado triunfaba por entonces con el reconocimiento que le daba el hecho de ser blanco. Una de las cosas que más me llamó la atención fue que trataba mal a mi ídolo Miles Davis, porque su música estaba a caballo entre varias tradiciones algunas de las cuales eran muy conocidas para cualquier europeo blanco.
En cuanto a la música, propiamente dicha, ridiculizaba esos comentaristas que trascribían los solos de los grandes músicos de jazz: como si eso pudiera transmitir toda la intensidad de una buena interpretación jazzística. Aprendí a escuchar a los buenos músicos negros, pero sobre todo, aprendí algunos conceptos musicales que me han ayudado después a entender los fenómenos sonoros, pero sobre todo, a comprender las implicaciones antropológicas que se esconden detrás del arte musical. Años después, a principios de este siglo, realicé mis estudios de musicología y seguí con gran interés los temas de etnomusicología.
Tengo que reconocer que LeRoi Jones me abrió la mente a formas diferentes de escucha musical y empezó a romper el etnocentrismo con el que todos tendemos a analizar la realidad cultural y social del mundo que nos rodea.
Escucharé a Coltrane y a Archie Shepp recordando al viejo poeta americano. He encontrado un curioso concierto en el que Shepp comparte escenario con Chucho Valdés: un buen intercambio de culturas afroamericanas en el jazz latino y en una muy buena grabación.  


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