12 dic 2008

La silla de Glenn Gould.

En la Biblioteca Nacional de Canadá existe una vitrina que aloja la silla que usó durante toda su vida el pianista Glenn Gould. Veinte años después de su muerte, acaecida al poco de cumplir los cincuenta años, se supo que Glenn Gould había tenido un trastorno conocido como el síndrome de Asperger, una especie de autismo que impide la empatía de la persona afectada con el resto de los mortales y que hace que su cerebro se centre en algún tipo de objeto o actividad.
Glenn Gould dio su primer concierto público a la edad de quince años pero a los treinta y dos decidió no volver a actuar en público dedicándose por entero al mundo de las grabaciones fonográficas. Era un ferviente partidario de las nuevas tecnologías y disfrutaba buscando la perfección en los estudios de grabación. Su comportamiento al piano era de lo más extraño. Mientras que la mayoría de los pianistas se preocupan sobre todo de conseguir colocar su banqueta a la altura exacta para conseguir una correcta postura de sus manos, Gould Utilizaba una silla desvencijada que trasladaba de un lugar a otro, silla que hacía que, al agacharse cuando tocaba, su nariz casi diera en el teclado. También tenía la manía de canturrear al tiempo que tocaba, lo que imagino debería de volver locos a los técnicos de sonido que pretendían sacar los sonidos de las cuerdas de su piano sin que se escuchara su desagradable voz.
Habiéndose retirado de los escenarios en sus últimos años, los videos que podemos encontrar en YouTube de este genial pianista son una fuente inestimable para recordar su maestría. En la entrada que colocamos aquí se puede escuchar también los demás movimientos de la Partita número 4, pinchando en los sucesivos enlaces.


No concibo otra forma de tocar el cielo que tener las manos de Glenn Gould y tocar Bach de la forma que él lo hacía.


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